Día Internacional del Árbol

Tal día como hoy podríamos hablaros de conmemoraciones, leyes por la conservación de la naturaleza, movimientos ecológicos y datos. Podríamos centrar nuestra atención en la importancia de los árboles en el mantenimiento del buen estado de salud del planeta y recordar que sin ellos es imposible entender la existencia, porque desde pequeños nos dicen una y otra vez que los árboles vienen a ser los pulmones de la Madre Tierra.

Y quizá por habernos venido esta frase a la cabeza, se suman ahora a este recuerdo otros propios de la infancia, momento en el que muchos de nosotros empezamos a amar a los árboles, sin saber si quiera que estábamos haciéndolo, porque en ese momento los árboles empezaron a formar parte de nuestras vidas, de una forma u otra, a veces casi imperceptible, sólo con el bosquejo de su sombra, pero siempre han estado ahí. Porque aún hoy, muchos de los árboles de nuestra infancia o juventud, habiendo desaparecido algunos ya, siguen ocupando un lugar irremplazable en nuestras memorias, queremos compartir con vosotros algunos de los recuerdos únicos que los árboles dejaron en nuestras vidas.


Para los miembros de Harca los árboles han sido parte de su hogar. Hay a algunos para los que el olor de la higuera al despertar era algo inherente al significado de su día a día. Quien recuerda con congoja el cobijo que le brindaba en las horas más calurosas del día, un lugar para leer la literatura juvenil. Y que cuando tuvo que decir adiós a este árbol el recuerdo de un mar de olivos lo acompañaba hasta su nuevo destino. Un mar de olivos que cuando hoy vislumbra en el horizonte, le trae de golpe todos los recuerdos de la infancia en aquel hogar y le da la bienvenida.


Para otros, también una higuera, pero en otro lugar y de otra forma, supuso durante la infancia un reto valiente. Ante él, un árbol que ascendía y donde los más mayores con la malicia que se tiene a esa edad, se escondían mientras jugaban para que no pudiera alcanzarlos. Un árbol que se guarda en su memoria como testigo de las anécdotas de esa época.


En mi caso, crecí al amparo de una bonita morera. Su tronco me impresionaba, me servía de horas de observación, seguía el camino de las hormigas, inspeccionaba con cuidado sus huecos y revisaba cada línea de sus hojas. Oía cobijarse a las aves y cuando alcanzaba los límites del patio y mi padre lo podaba, sus ramas nos servían a mi hermana y a mí como fortaleza, dentro de la cual ocurrían una y mil historias imaginarias.


Los miembros de Harca también podríamos hablaros del recuerdo de un nogal que daba fresco a los encuentros familiares en mitad de una siesta extremeña o del limonero cómplice de las largas horas de cenas familiares en un patio andaluz, o del granado que ahora mimamos cada día entre nuestras manos.


También quisiéramos nombrar a los árboles que ni siquiera conocimos pero que han nos han marcado, como el Olmo seco de Machado, del que sabemos su descripción a través de los versos del poeta y del que una vez impresionados por los sentimientos de las letras, no hemos sido capaces de olvidar.


Y no podemos relegar de los paisajes rojos por la piel desnuda de los alcornoques, los castaños poblados que tapizan los territorios, las encinas milenarias que se retuercen contándonos los años de nuestra historia.


No queremos relegar de ningún árbol, cada uno cuenta una vida y cada uno representa una nueva oportunidad para un futuro mejor.


Feliz Día del Árbol

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