Estereotipos, prejuicios y al otro lado: Publicidad responsable

Asociamos estereotipo con publicidad pero rara vez nos paramos a pensar qué significan los estereotipos y cuáles son sus orígenes.

No es un término nuevo, aparece por primera vez en 1922, en el libro La opinión pública, su autor, el escritor y periodista Walter Lippmann, lo utilizó para explicar cómo las personas al observar el mundo que nos rodea, lleno de información y complejo, “no vemos primero y definimos después” sino que aceptamos una imagen preestablecida y simplificada que la cultura hace por nosotros, entonces, lo que recibimos son estereotipos culturales.

Los estereotipos son imágenes ordenadas de la realidad a las que nos hemos acostumbrados y bajo las cuales nos sentimos seguros. Pero también son imágenes incompletas, es ahí donde reside el problema y los que nos lleva al prejuicio.

Así es como nos guiamos por el mundo, simplificamos la realidad, es algo inherente a nuestra forma de pensar, al menos, en comunidad. Además, los estereotipos tienen que ver con lo que esperamos de los demás y de nosotros mismos, algo que responde a la Teoría de la Comparación Social (Festinger, 1954). Nos comparamos constantemente para evaluarnos con sujetos de referencia, estereotipos que se aceptan por la mayoría, una comparación que nos puede llevar a la idealización de modelos que no son, digamos, representativos de la sociedad.

Es en estas voces donde empiezan el movimiento, la crítica y el cambio.

Este cambio ya ha llegado a la publicidad y se valora y mucho por los consumidores. Y es que son las marcas responsables las que más valoramos, son las que nos enamoran porque lo que muestran es la vida misma.

Los anuncios publicitarios tienden cada vez más a mostrar personas corrientes, grupos mixtos, la belleza ya nos es el foco del anuncio, no hay un modelo de belleza férreo, hay diversidad, tolerancia, respeto, la tercera edad aparece junto a los jóvenes, compartiendo experiencias, se coopera y se hace por el bienestar común.

Pero atención: este reto no pertenece sólo a la publicidad, pertenece aún más a las personas, en la medida de que no nos dejemos llevar por prejuicios y que formemos opinión con razón, inteligencia, sentido y por supuesto responsabilidad.